CUENTO PRIMERO

Ella: sentada en su cama

El: mirándose al espejo

Ella se levanta como si este fuese cualquier día, pone un pie en el frío piso y no lo nota. Recoge sus cosas, olvida el perfume, sale y respira... aire frío en sus pulmones y otra vez no lo nota.

El da una ultima mirada. "todo en orden" murmura, camina despacio, mira sus manos (las esconde) bebe agua fría y no lo nota. Se despide con un beso y sale.

Caminan, avanzan, se encuentran. Una mirada al pasar, tal vez una sonrisa, un toque de manos, ambas frías y no lo notan (El rápidamente las esconde).

La habitación esta copada sin embargo sus lugares siguen ahí. Ella ríe, habla, responde. El se estira, la observa con cuidado.

Alguien comienza un relato sin sentido. Ella lo mira sin disimulo. El escribe cosas que ya entiende.

El relato se torna interesante porque ambos reparan en una palabra... "frío" ...se miran y se entienden, recuerdan como se escribe, como se lee, como se escucha pero al mirarse así no pueden recordar como se siente, recuerdan el piso, el agua, el aire y nada.

Ella sale primero. El, sin saber porque, se deja guiar, la sigue casi instintivamente. Caminan el uno al lado del otro sin saber exactamente hacia donde los llevará el aroma que generan juntos, ese aroma que los adelanta.

El se detiene, no se atreve a tocarla, a cambio y en un susurro le pide "sigueme" Ella viceralmente entiende y se deja guiar. Ella quiere tocar sus manos pero se resiste y camina tras sus pasos.

Un olor familiar los detiene... huele a hojas, a madera, a tinta... huele a Borges, a Vargas Llosa, a Isabel. Se miran y otra vez lo saben... no existe otro lugar mas que este.

La habitación es pequeña, "exacta" respira Ella, "como tu" respira El. Se aproximan, se descubren y por primera vez se atreven.

El no entiende, trata de hacerlo, racionaliza pero solo dura un segundo y se entrega sin palabras, mira las formas que se dibujan en la pared como si fuesen una pintura, porque eso es lo que desea ser en este momento, desea convertirse en trazo junto a Ella para no dejar ese lugar. Su espalda se curva, sus pies se elevan, se rompe en mil pedazos porque ahoga el sonido que emerge de su garganta...

Ella cree entenderlo todo y casi tarde se da cuenta de lo mucho que ignoraba. Se aterroriza, tiembla y en ese momento advierte un temblor idéntico que se acompasa con el suyo, lo recibe y entiende que ya no hay pensamientos ni palabras. El aroma que siente la lleva directo hasta los ojos que ahora la miran. Muerde, se estira y no necesita ahogar gritos porque solo tiene susurros. Siente el golpe seco de los trozos de quien la acompaña, los recoge con todo lo que tiene, los une los repara...

Ahora caminan, regresan sobre sus pasos. La realidad los invade. Ambos, simultaneamente, miran hacia el lugar que acaban de dejar atrás... ríen y se adivinan.

Justo antes de volver definitivamente a la realidad El toma su brazo, ahora sin temor y le muestra sus manos (nunca mas las esconderá)... ... Ella devuelve el gesto con un beso rápido que nadie notó... solo ELLOS (y el mundo desaparece por un instante)

El: mirándose al espejo

Ella: detrás de El

Anita